Teodosio Martínez nos trae esa payada legendaria en la que tuvo el honor de ser vencido por el gran Pancho Gonzaga.
Cuando empezó el vendaval
y yo me hallaba matiando
hacia la estancia montando
alegre sobre su animal
venía aquel Don Gonzaga.
“Pues quiera Dios que se me haga
enfrentarme a este viajero
payar un rato con él,
después de un rato saber
quién de los dos es primero”
M: Caballero, caballero,
siéntese aquí a la matiada,
haremos una payada,
no se vaya caballero.
G: Prepárese compañero
afine guitarra y voz.
Nos enfrentaremos los dos,
verá que no tengo miedo.
Si estoy aquí es porque puedo
porque el pájaro cantor
no canta en árbol sin flor;
ni avientan pial a la res
si no ven que de una vez
va a caer redonda al suelo.
M: Sepa bien usted ¡canejo!
Desde el día en que yo nací
como payador me vi
y a usté lo estaba esperando,
desde niño practicando
como cantor me curtí.
Y desde que a usté lo vi
como entre muchos primero…
Como dijo un carretero
con la picana y el clavo:
si el toro me sale bravo
‘garro el poncho y lo toreo,
‘garro facón y lo cuarteo.
Así a Gonzaga retaba.
Mientras así cantaba
por el sonido del canto
se nos jueron acercando
unos que por aí pasaban.
G: Eso está muy bien amigo,
que hay que saber elegir
con cuál se va uno a medir
y cuál será su enemigo.
Además yo pienso y digo
contrincante no es cualquiera
que si no es ducho aunque quiera
podrá enfrentarse conmigo.
Pero mejor no le sigo,
empiece usted la culera.
M: Yo quisiera saber
que no es secreto de arriba
¿cuántos pasos en su vida
camina un pingo cualquier?
G: Yo le puedo responder
a la cuestión bien planteada.
Es verdad averiguada
no es pregunta sin salida
los pasos que da en su vida
son los mismos que en bajada.
Ahora respóndame usté
el número de luceros
y estrellas que tiene el cielo
porque en las noche lo ve
y yo he llegado a creer
que usté ya debe saberlo.
Una payada, por Hugo D'Adderio.
M: Ponga usté un dotor a verlo,
un estudioso a contarlo,
y después de averiguarlo
o contar habrá de entenderlo:
le dirá que son cincuenta.
G: ¿Cómo que tiene cincuenta?
M: ‘Garre piedras, haga cuenta,
cualquiera luego de un rato
de mucho hacer garabato
verá que no tienen cuenta
y le dirá: “Son sin cuenta”.
Esta pregunta hace tiempo
me hizo ganar la payada.
Sesera poco estremada
a un pelao que trujo el viento.
Respóndame con tiento,
y no se dé tantos tumbos
que la cuestión no es de truco.
¿Cuánto tiempo es calculado
por un hombre montado
pa’ darle la vuelta al mundo?
G: Si del sol tomará rumbo
y ansina galopará,
Martínez, bien me dirá
corriendo en un solo día
la vuelta al mundo daría
si el sol no lo deja atrás.
Ahura diga, compañero,
el nombre de ese señor
de sus hermanos menor
aunque nacido primero.
M: Eso es fácil compañero,
todo mundo le dice “uno”
más que número ninguno
si descontamos el cero.
El uno jué hecho primero,
más chico que otros, el uno.
¿En qué se parece el viejo
a los hornos de carbón?
G: No me da comezón,
los dos se prenden parejo:
que si no train bozalejo
no sabe la que le toca
porque uno le entra al alcol,
a otro le meten carbón…
Los dos prenden por la boca.
¡Qué lindo estamos payando!
Ahura yo le quiero pedir
que me pueda usté decir
ahura, ¿en qué estoy pensando?
M: ¡Ahijuna! ¿qué está pensando?
yo cómo puedo saberlo,
que no soy Dios pa’ entenderlo,
dirá que estoy inventando.
G: ¡Caray! Yo estaba pensando
después de tanta barunta
no respondía a la prenguta
‘tonces me iba yo ganando.
Luego agarró su bordona
y se montó pa’ otros pagos.
Los que allí estaban juntados
vieron que clavó las lloronas
pa’ rebasar la maroma.
Se jué como parición
este grande payador
luego de darnos las gracias.
Se ve que tenía hartas ansias
de ir a otro gallo cantor.
Un gaucho. Extraído del Diccionario Folklórico Argentino.
Autores: Alejandro Rodríguez y Daniel Bonilla.