lunes, 13 de junio de 2011

El origen y períodos en el arte de payar


Ángel del Valle. Payador. Pintura sobre óleo. 1899. 

Siglo XVII, la pampa sudamericana que aún no reconocía con exactitud límites y fronteras constituía un territorio difícil y no se hallaba completamente ocupado: “la escasa población concentrada en ciudades aisladas una de otra por el desierto, la masa pastora diseminada por el campo, lejos de centros urbanos que le proporcionen cultura religiosa, política y social (escuela, industria, teatro, comercio, etc.), favorecen la barbarie”.[1]

Entre los gauchos, “jinetes de la llanura o pampa, dedicados a la ganadería” usualmente pertenecientes al “elemento criollo o mestizo […] aunque también fueron gauchos los hijos de los inmigrantes europeos, los negros y los mulatos que aceptaron aquel género de vida”[2] [3] quienes a bordo de un caballo realizaban la mayoría de sus tares y tenían su ámbito desde la Patagonia hasta el hoy estado de Río Grande del Sur, Brasil. Fue en esos lugares donde tuvieron principio el arte del payador y las payadas.

No existe una fecha exacta. Raúl Dorra, investigador de la BUAP, habla del primer periodo de este are como la “primitiva época” y lo remite desde mediados del siglo XIX hacia atrás. Entonces el payador mezclaba el canto con sus actividades cotidianas y su vida nómada en esas tierras semipobladas.[4]

Domingo Sarmiento los ubica de una manera que cabe pensar que para el año de 1778 ya recorrían de extremo a extremo el virreinato del Río de la Plata.[5]

La siguiente etapa se inicia a mediados del siglo XIX, cuando el payador se “urbaniza”, se vuelve un profesional. Su ocupación ahora consiste en cantar en diversos lugares y centros de entretenimiento (salones, teatros) para ganarse la vida. Este es el parteaguas que da por resultado el payador que hoy día conocemos. En este lapso es cuando viven los más famosos payadores (Gabino Ezeiza, José Betinotti, Pablo Vázquez, Francisco Bianco…). Se extiende hasta las primeras décadas deli siglo XX, cuando la tecnología hace posible la difusión masiva y a escala internacional.

Dentro de esta última etapa se encuentran Atahualpa Yupanqui, autor de Los ejes de mi carreta y El payador perseguido, Wilson Saliwonczyk y Alberto Pino.






[1] Ana María Barrenechea p. 312.

[2] “gaucho” en Diccionario Folklórico Argentino. Además, bajo la misma entrada se da la acepción de “hombre fuera de la ley” y se explican las causas, entre las que están la falta de paz en aquellas tierras debido a factores como las constantes incursiones de indios que ocasionaban que la zona que los gauchos habitaban fuera muy conflictiva.

[3] Cfr. con el Vocabulario Rioplatense Razonado: “gaucho”: “Hombre del campo, baqueano, diestro en el manejo del caballa, de lazo, de las boleadoras, de la daga y de la lanza, esforzado, altanero y amigo de aventuras.”

[4] Raúl Dorra. “El arte del payador” en la Revista de Literaturas Populares. Año VII. N°1. UNAM. p. 115-132.
[5] Vid. Domingo Sarmiento. Facundo. Capítulo II.

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