miércoles, 15 de junio de 2011

Payada: Martínez contra Gonzaga.

Teodosio Martínez nos trae esa payada legendaria en la que tuvo el honor de ser vencido por el gran Pancho Gonzaga.



Cuando empezó el vendaval

y yo me hallaba matiando

hacia la estancia montando

alegre sobre su animal

venía aquel Don Gonzaga.

“Pues quiera Dios que se me haga

enfrentarme a este viajero

payar un rato con él,

después de un rato saber

quién de los dos es primero”



M: Caballero, caballero,

     siéntese aquí a la matiada,

     haremos una payada,

     no se vaya caballero.



G: Prepárese compañero

     afine guitarra y voz.

     Nos enfrentaremos los dos,

     verá que no tengo miedo.

     Si estoy aquí es porque puedo

     porque el pájaro cantor

     no canta en árbol sin flor;

     ni avientan pial a la res

     si no ven que de una vez

     va a caer redonda al suelo.



M: Sepa bien usted ¡canejo!

     Desde el día en que yo nací

     como payador me vi

     y a usté lo estaba esperando,

     desde niño practicando

     como cantor me curtí.

     Y desde que a usté lo vi

     como entre muchos primero…

     Como dijo un carretero

     con la picana y el clavo:

     si el toro me sale bravo

     ‘garro el poncho y lo toreo,

     ‘garro facón y lo cuarteo.

     Así a Gonzaga retaba.

     Mientras así cantaba

     por el sonido del canto

     se nos jueron acercando

     unos que por aí pasaban.



G: Eso está muy bien amigo,

     que hay que saber elegir

     con cuál se va uno a medir

     y cuál será su enemigo.

     Además yo pienso y digo

     contrincante no es cualquiera

     que si no es ducho aunque quiera

     podrá enfrentarse conmigo.

     Pero mejor no le sigo,

     empiece usted la culera.



M: Yo quisiera saber

     que no es secreto de arriba

     ¿cuántos pasos en su vida

     camina un pingo cualquier?



G: Yo le puedo responder

     a la cuestión bien planteada.

     Es verdad averiguada

     no es pregunta sin salida

     los pasos que da en su vida

     son los mismos que en bajada.



     Ahora respóndame usté

     el número de luceros

     y estrellas que tiene el cielo

     porque en las noche lo ve

     y yo he llegado a creer

     que usté ya debe saberlo.

 Una payada, por Hugo D'Adderio.



M: Ponga usté un dotor a verlo,

     un estudioso a contarlo,

     y después de averiguarlo

     o contar habrá de entenderlo:

     le dirá que son cincuenta.



G: ¿Cómo que tiene cincuenta?



M: ‘Garre piedras, haga cuenta,

     cualquiera luego de un rato

     de mucho hacer garabato

     verá que no tienen cuenta

     y le dirá: “Son sin cuenta”.



     Esta pregunta hace tiempo

     me hizo ganar la payada.

     Sesera poco estremada

     a un pelao que trujo el viento.

     Respóndame con tiento,

     y no se dé tantos tumbos

     que la cuestión no es de truco.

     ¿Cuánto tiempo es calculado

     por un hombre montado

     pa’ darle la vuelta al mundo?



G: Si del sol tomará rumbo

     y ansina galopará,

     Martínez, bien me dirá

     corriendo en un solo día

     la vuelta al mundo daría

     si el sol no lo deja atrás.



     Ahura diga, compañero,

     el nombre de ese señor

     de sus hermanos menor

     aunque nacido primero.



M: Eso es fácil compañero,

     todo mundo le dice “uno”

     más que número ninguno

     si descontamos el cero.

     El uno jué hecho primero,

     más chico que otros, el uno.



     ¿En qué se parece el viejo

     a los hornos de carbón?



G: No me da comezón,

     los dos se prenden parejo:

     que si no train bozalejo

     no sabe la que le toca

     porque uno le entra al alcol,

     a otro le meten carbón…

     Los dos prenden por la boca.



     ¡Qué lindo estamos payando!

     Ahura yo le quiero pedir

     que me pueda usté decir

     ahura, ¿en qué estoy pensando?



M: ¡Ahijuna! ¿qué está pensando?

     yo cómo puedo saberlo,

     que no soy Dios pa’ entenderlo,

     dirá que estoy inventando.



G: ¡Caray! Yo estaba pensando

     después de tanta barunta

     no respondía a la prenguta

     ‘tonces me iba yo ganando.



     Luego agarró su bordona

     y se montó pa’ otros pagos.

     Los que allí estaban juntados

     vieron que clavó las lloronas

     pa’ rebasar la maroma.

     Se jué como parición

     este grande payador

     luego de darnos las gracias.

     Se ve que tenía hartas ansias

     de ir a otro gallo cantor.

 Un gaucho. Extraído del Diccionario Folklórico Argentino.

Autores: Alejandro Rodríguez y Daniel Bonilla. 

2 comentarios:

  1. Hermoso, muchos poetas , que se hacen llamar de primera clase, ya quisieran improvisar algo así de ingenioso, siquiera escribirlo con tiempo.

    ResponderEliminar
  2. Me encantó! Los versos son muy ingeniosos y armoniosos, y sobre todo muy original. Se ve que tienen talento. Soy tu fansssssss, Daniel! :D

    ResponderEliminar